Este pintor me recuerda en especial al post que publiqué de Luis Ricardo Falero; por esa sana obsesión por el desnudo femenino en actitud de volar. No hay dudas que conocía la obra de este español y algún influjo ha dejado en su obra.
El pintor
escocés Harry Holland (Glasgow, 1941) es un ejemplo de que la pintura
figurativa se puede introducir en los recovecos emocionales del
espectador con naturalidad y sensualidad, que no son un mero
recordatorio de las destrezas técnicas del pasado.
En la amplia
colección de obras que exhibe en su página web hay sugerentes escenas
narrativas, figuras de mujeres, retratos familiares y naturalezas
muertas. A pesar de que Holland es un sibarita del detalle, ninguno de
sus trabajos se reduce a la simple reproducción de la realidad. Cada uno
desprende el elegante misterio de quien guarda un secreto o susurra los
sentimientos más profundos en lugar de atestar las redes sociales con
ellos.
Entre las
secciones en las que divide su producción, llama la atención Caprice
(Capricho): 12 escenas de cuerpos desnudos, en grupo y en un entorno
natural, sin referencias temporales ni sociales, que a veces desafían la
gravedad sin que podamos saber si se elevan o caen.
Holland (uno de
los pintores británicos actuales que, a pesar de su estilo figurativo,
es de los más apreciados en los circuitos del arte) pinta del natural en
su estudio del sur de Gales. Estos días confiesa en su blog personal
que odia las vacaciones e intenta sacar provecho de la incómoda
imposición haciéndo bocetos de los bañistas en la playa.
En un vídeo
grabado por amigos, que lo muestra trabajando e incluye una breve
entrevista, el autor dice algo que (aunque referido a los estudios
preliminares y no a las obras) tal vez sea la clave para entender la
pintura figurativa como una expresión artística y no como un número de
circo ante el que sólo cabe exclamar “¡parece una foto!”: “No se trata
de ser fotográfico, sino de ser informativo”.
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